miércoles, 4 de diciembre de 2013

musica clásica persa






La música clásica persa.



Organología. Santur. Ney. Tar. Tombak. Barbat.

Tar: de 6 cuerdas, para pulsar-

Barbat: antecedente del laúd árabe.

Santur: el más importante para las melodías. Caja trapezoidal de madera...

Ney: flauta de gran dificultad de ejecución.

Tombak: Principal instrumento de percusión de la música clásica persa. Es un tambor en forma de vaso ancho por arriba, cubierto de piel y muy estrecho y abierto por abajo.

http://www.youtube.com/watch?v=NTuWswdCC_Q 

La música iraní es una de más antiguas del mundo cuya existencia se remonta antes de la historia y llegada de los pueblos indoeuropeos.
La situación geográfica de Persia, que en la antigüedad se constituyó en el poderoso y temido imperio de Darío, la convierten en eje y fundamento de otras culturas más o menos fronterizas, desde las tradiciones clásica griega, bizantina y turca de Asia Menor al Asia Central, norte de la India y hasta el occidente de China. Y desde su conquista por los árabes, su influencia indirecta a través de la cultura islámica se ha hecho sentir en el Medio Oriente, el Magreb y el Mediterráneo en general.

Trasfondo histórico
La influencia de música persa viaja más allá de sus fronteras en alas de individualidades como el esclavo liberto persa Zyriab, que huyó por celos profesionales de la riqueza y refinamiento de la corte bagdadí para instalarse en el recién nacido y floreciente califato de Córdoba, donde dio a luz al repertorio básico de la música andalusí, las 24 nubas o suites de temas musicales, que, con las variaciones propias del paso del tiempo y el aporte de los grandes maestros, ha llegado a nuestro tiempo.

La porosidad de las fronteras en la antigüedad también llevó los aires musicales persas a todo el centro de Asia y más allá, hasta los territorios uigures de la China islámica. Por su parte, los persas incorporaron a su bagaje sonoro muchas de las pautas que desde tiempos milenarios se gestaron en la India, y especialmente las bases teórico-filosóficas de los sabios de la Grecia antigua. Por ello, al menos en el plano teórico, hay un punto de coincidencia más que superficial entre los primeros tratadistas persas (e islámicos, por derivación) como Al Kindi (c.801-866), Al-Farabi (¿- c.950), Avicena (c.980 – 1037), y las categorizaciones tonales de las iglesias cristianas de occidente. Sin embargo, la aplicación en la interpretación de los mismos principios, se tradujo en ambos casos en unas sonoridades y formas de hacer música muy distintas al oído.
Sin embargo, reconstruir la historia de la música desde períodos tan antiguos resulta más difícil, principalmente porque la mayoría de la música clásica persa es improvisada y su transmisión, básicamente oral, de profesor a alumno. La información que se tiene sobre la música persa más antigua llega a nosotros indirectamente, a través de pinturas, cerámicas y poesías, así como por los escritos de autores de la antigüedad. La leyenda atribuye a un legendario rey la invención de la música. También sabemos que los emperadores fueron grandes mecenas de músicos, entre los que se incluye la figura del legendario Barbod, al que se atribuye la creación del sistema de los siete modos reales , junto a otros 30 modos derivados y 360 melodías .
A partir de la conquista islámica en el 642, la información es mucho más amplia, como el Kitab al Aghani, una enciclopedia que en sus 21 volúmenes nos habla de los nombres de virtuosos y de la música que tocaban.
Entre la música y poesía persa hay fuertes lazos y desde siempre la literatura y la música han sido inseparables. De hecho, la poesía inspira al músico y la música al poeta. En el libro titulado “el vínculo de la música y poesía”, leemos: “en realidad la poesía es la música de las palabras y su manifestación musical se da en los recitales”. La mayoría de los poetas persas eran músicos y en sus versos mencionan distintos instrumentos musicales o los nombres de los maqams.

La estructura general de la música persa:

 http://www.youtube.com/watch?v=CcEqSpWRsis&list=PL81D0DF65E5A890A3
El Radif
El repertorio clásico de la música persa, perpetuado a través de la tradición oral, consta de un corpus de piezas conocidas como Radif. Dichas piezas se organizan en 12 colecciones, de las cuales siete son estructuras modales básicas, similares a los maqam de la música árabe y conocidas como dastgahs (sistemas). Las piezas individuales de cada colección reciben el nombre de gushés: más que una obra en sí, fórmulas modales melódico-rítmicas sobre las que el intérprete improvisa. Por ello, una misma pieza tocada incluso por el mismo músico en un mismo concierto será diferente en su melodía, forma, duración e impacto emocional.
Los modos persas se construyen a semejanza de los del antiguo sistema griego, es decir, mediante la conjunción de dos tetracordios (fragmentos de escala de cuatro notas). Estas escalas o modos siempre tienen siete notas, sin cromatismos, aunque su afinación varía algo en relación a la occidental. Por ejemplo, poseen un intervalo de segunda neutra, entre una menor y una mayor. Algunos modos también poseen un intervalo mayor que la segunda mayor sin llegar a ser aumentada. En cuanto al ritmo, la mayoría de gushés no poseen una estructura de compás estable, mientras que los de corte danzante en compás binario, terciario, cuaternario o asimétrico, hunden sus raíces en las músicas folclóricas de la zona.
Al igual que otros géneros del Asia Central, la música persa es monofónica, es decir, que todos los instrumentos tocan el mismo esquema melódico sin connotaciones armónicas; es modal, permitiendo cada modo distintos tipos melódicos o gushés; en su afinación utiliza algunos tonos ajenos a la división temperada de la octava en 12 semitonos iguales; y cada pieza suele incorporar varias pausas. Pero, a diferencia de los estilos musicales cercanos, la música persa se distingue por el estrecho ámbito de sus melodías; los pasos conjuntos, sin saltos en la melodía; el acento en la cadencia, simetría y la repetición de los mismos motivos melódicos en diferentes alturas; unos patrones rítmicos simples, de tempos rápidos; una ornamentación florida; y la decoración vocal llamada tahrir y parecida al yodl. Otra distinción es el fraseo de los gushés, que se adapta a los pies rítmicos poéticos.
Las formas de la música clásica persa son cuatro: una para la voz y tres para las partes instrumentales.
Los gushés suelen tener una forma interna de arco que asciende hacia el clímax (auj) a unas dos terceras partes de la pieza para resolver luego en el modo y tono inicial de la melodía, de forma muy similar a cómo progresan las melodías de la tradición clásica de Occidente. La interpretación de este repertorio de fuerte espíritu improvisatorio genera un efecto llamado hâl, o inspiración, capaz de sacar de la realidad consciente tanto al oyente como al músico. Esta tradición se nutre particularmente de la filosofía mística sufí, especialmente en lo que a la temática de sus poemas se refiere y a la interpretación vocal. Cada línea poética se canta con una melodía distinta según la secuencia de introducción vocal.

http://www.youtube.com/watch?v=JiqCnNv5zbk 
Volviendo a la afinación, cada instrumento debe ser capaz de hacer sonar 16 notas distintas por escala.

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